La voz del experto, Mazazos — 25 de julio de 2003

Mazazo 8.- La hipócrita ética del reparador.

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Acabo de recibir una curiosa propaganda de un reparador de sellos extranjero en la que, tras destacar las “virtudes y excelencias” de su trabajo y lo ventajoso de sus tarifas, expone lo que él denomina “la ética de la restauración y reparación del sello”.

La razón por la que este reparador se adentra en los vericuetos de justificar su actividad no es, desde luego, una cuestión de principios, sino una defensa frente a la APS (American Philatelic Society) que procedió a expulsarle de la asociación precisamente por su falta de ética.

Resulta evidente que reparar no es, por sí mismo, ni bueno ni malo. Lo que va a calificar la bondad o maldad ética de la reparación es el que ésta devenga en un engaño al coleccionista.

La American Philatelic Society defiende la postura de que todo sello o pieza filatélica o de historia postal que haya sido reparada o restaurada debe ser identificada con una marca en tinta indeleble para ser reconocida como tal y evitar que a un coleccionista se le pueda engañar con ella vendiéndosela como perfecta.

El reparador, por el contrario arguye que, después de tanto trabajo como  precisa llevar a cabo para dejar “impecable” un sello defectuoso, es lamentable marcarlo como restaurado a no ser que el propietario se lo pida. Además, dice él, por muy bien que se restaure siempre hay forma de detectar la reparación y el hecho de marcarlo con tinta indeleble para indicarlo sería una redundancia. Ahí está la falacia, ahí la hipocresía.

Ciertamente que a los ojos de un experto rara vez pasa desapercibida una restauración, pero no ocurre lo mismo ante un coleccionista que está habituado a confiar en el comerciante de turno, y el de turno no siempre es un verdadero profesional que actúe con la ética que debiera; si así fuera ¿porqué no marquillar como restaurados los sellos que se hayan reparado? Si la pieza va a ser vendida como restaurada ¿qué hay de malo en que una señal en la misma lo indique?

Algún comerciante con muchos años de ejercicio en la actividad me decía que él enviaba a reengomar los sellos para que tuvieran mejor presencia, pero que para no engañar al coleccionista les pegaba una charnela. ¿Para que tomarse esa molestia si se podrían identificar los sellos reengomados con una marquilla? A través de mis manos, como subastador, pasan muchísimas colecciones, pero nunca de sellos reengomados con charnela. Parece que pese a las buenas palabras (y no dudo que buenas intenciones) todos los que restauran, reparan o reengoman sellos cuando no engañan a los que se los venden, tampoco hacen nada para evitar que quienes se los compren puedan engañar a sus clientes. Es el caso de un conocido comerciante de Madrid, que según parece es uno de los mejores clientes del mejor “reengomador” de Barcelona que me decía: “Yo no engaño a nadie: vendo con una lista especial de precios para sellos reengomados”. Pura hipocresía porque él, mejor que nadie, sabe que sus clientes son revendedores de la plaza Mayor que en sus puestos venden sellos con goma falsa como si fueran perfectos.

Creo que ya va siendo hora que las asociaciones de coleccionistas españolas, las de comerciantes, los propios comités de expertos tomen alguna decisión al respecto.

El mercado está inundado de material de segunda calidad (con fijasellos o reparados) que se venden como de primera (sin fijasellos o sin reparaciones).

El coleccionista se merece otro trato. No tiene que verse obligado a experimentar en sus carnes sucesivas defraudaciones hasta que topa con un comerciante honesto. El fraude tiene que ser una excepción que resulte una anécdota. Entre tanto el papel del experto es totalmente imprescindible hasta para las piezas más sencillas y corrientes y las asociaciones filatélicas una caricatura de lo que deberían ser antes que nada: la salvaguardia de los intereses de los coleccionistas.